Fargo 1: fabulosas historias en el frío

FARGO

 Las divertidas historias al amor de la lumbre del tío Lorne.fargo_tv_on_fx.0_cinema_1200.0

Nieve y frío. Mucha nieve; tanta que la gente no camina, anadea con las piernas bien abiertas intentando mantener el equilibrio. Y mucho frío; plumíferos, guantes de gore-tex, gorros de piel de castor, botas antideslizantes. Carreteras heladas que alejan la posibilidad de escapar. Cadáveres tiesos como merluzas congeladas. En este ambiente se desarrolla la trama de Fargo, la serie de 10 capítulos escrita por Noah Hawley y producida por los hermanos Coen e inspirada en la película del mismo nombre. Y como ella basada en hechos reales (sic) según rezan los créditos.

Lester Nygaard (Martin Freeman) es un pusilánime vendedor de seguros, un fracasado incapaz de colocar una póliza en medio de un terremoto. Un don nadie al que su mujer, Pearl, no deja de restregarle que es un perdedor: “¡Si, cuando hacemos el amor pienso en otro para sentir que estoy con un hombre de verdad!”Y cuando Lester llega a casa con un arma, ella muestra su confianza:“Si hay alguien capaz de dispararse en la cara con una escopeta descargada, ese eres tu, Lester”.

Su hermano pequeño, propietario de un arsenal con fusiles de asalto a lo Rambo incluidos, le reprocha que sea tan retraído, tan poca cosa: “Todos en mi trabajo tienen hermanos mayores de los que se enorgullecen Lester.”

A sus cuarenta años, sigue igual de asustadizo que de niño. Un encontronazo fortuito con el abusón de su infancia, Sam Hess, un camionero que se regodea contándoles a sus dos hijos adolescentes y cretinos como encerraba a Nigger en un bidón y le hacía rodar por las calles, lleva a Lester al centro de salud con la nariz rota y los ojos como dos higos maduros. En la sala de espera conoce a Lorne Malvo (Billy Bob Thornton), un tipo extraño e intimidante que se revela todo un filósofo: “Tu problema, Lester, es que crees que hay reglas. No las hay. Somos gorilas, teníamos lo que podíamos coger y defender. No hay santos en el reino animal, solo comida y cena.”

Tras esta sombría y excéntrica conversación que deja a Lester pensativo, se desata una oleada de crímenes inaudita en Bemidji, una pequeña localidad de poco más de diez mil habitantes en el estado de Minnesotta. Demasiado para el hipersensible jefe de policía Bill (Bob Odenkirk), un inepto al que todo el asunto sobrepasa y que quiere cerrar el caso de cualquier manera con tal de que sea rápida. Menos mal que Molly Solverson (Allison Tolman) una joven agente que ve más allá de su nariz intuye que casi nada es lo que parece y en su tozudez no se traga los endebles razonamientos de Bill.

El diablillo irónico de Lorne Malvo -o su álter ego el reverendo Frank Peterson- disfruta contando divertidas e instructivas historias sobre sus colegas y la naturaleza humana: “A Caroline Murphy le cortó la lengua un indio negro. Después trabajó un poco, pero no fue lo mismo”. “¿Conoces a Buzz Mead? Nació con un solo ojo. Solía sacarse el ojo de cristal y echarlo en las bebidas. Aun así, era un gran tirador.”Y disfruta matando. A veces parece Dios, escogiendo quien vive y quien muere. En cualquier caso es un cuervo solitario poseído por una furia homicida difícil de calmar. Un predicador que dispara sermones y balas:“Una vez vi a un oso con la pata metida en una trampa. Se masticó hasta el hueso para liberarse. Fue en Alaska. Una hora después murió boca abajo en el río. Pero fue bajo sus propios términos ¿no?”

Un año después, Bemidji ha recobrado la calma; la policía vuelve a ocuparse de perros, gatos y tormentas de nieve y la vida de Lester ha cambiado. Ha dejado de agachar la cabeza y musitar siseñor a todo, ahora tiene su propia oficina y se cree un triunfador, cuando la casualidad le lleva a tropezar de nuevo con Lorne, el asesino tranquilo: “Cuando un perro está rabioso, se nota, se ve. No como en los hombres”. Un encuentro que desatará la traca final y que volverá a teñir de rojo el blanco paisaje. Mientras a Molly Solverson, la única policía lúcida de Bemidji, sigue sin cuadrarle como se resolvieron los acontecimientos y ha intentado proseguir las investigaciones por su cuenta. Como bien dice:“Un hombre como ese no va a parar. Quizás ni siquiera sea un hombre.” Aunque la vida de Molly también ha dado un giro radical.

La serie, salpicada de diálogos brillantes de principio a fin, de humor negro y cáustico: “En cuanto nos casamos, mi mujer dejó de chupármela. Ah, esa es una tragedia nacional” y frases redondas como sentencias: “A las mujeres griegas a los cuarenta les salen dientes en el coño” “Nadie cuelga fotografías tristes ¿verdad? Mamá llorando, papá enfadado…”, tiene el inconfundible toque de los Coen. Y guiños a Fargo, la película. Planos calcados, como uno en el que se ve desde un coche el skyline de las Two Cities, Minneapolis y St. Paul o como los muñecos del legendario leñador gigante Paul Bunyan y su mascota, el bisonte azul Babe.

Y con tanto mal diseminado por los alrededores, vosotros, si sois buena gente temerosa de Dios, rezareis en familia y os juntareis al amor de la chimenea para beber batidos de plátano y seguir ¡Allá tú! en la tele del salón.

https://www.youtube.com/watch?v=gKs8DzjPDMU

P.D. El elenco está fantástico: Billy Bob Thornton; Martin Freeman (Sherlock); Allison Tolman; Bob Odenkirk (Saul Goodman en Breaking Bad); Keith Carradine; Colin Hanks y el resto de actores mas o menos conocidos y secundarios. Todos se aplicaron en imitar el acento de Minnesotta, estado fronterizo con Canadá y poblado por europeos occidentales y amerindios sioux en su mayor parte. A Martin Freeman le costó más por ser de origen inglés. Si disfrutaste la cinta de los hermanos Coen, no te la pierdas.

Fargo 2 Esplendor en la nieve

Brutal y salvaje. Muy salvaje, asi es Fargo, la segunda. Como la primera.

Estamos en 1979, Ronald Reagan da un discurso de campaña en Luverne, Dakota del Norte. Una peluquera insensata y atraída por el cambio y la autorealización, doctrinas que hicieron negocio en los 70, atropella a un peatón en La cabaña del gofre y desata una guerra a muerte entre una corporación de Kansas y una familia mafiosa. Un efecto mariposa sangriento y pegajoso.

Como en cualquier tragedia griega que se precie, hay una reina madre en ausencia del rey postrado por una apoplejía. Hijos queriendo heredar la corona y nietos buscando su lugar en el mundo. Enfrente una hermandad sin alma, una maquinaria engrasada y preparada para conquistar ese imperio con el menor gasto posible de recursos humanos. Por supuesto, hay una traidora, una adolescente rebelde y algo casquivana que como dice:»a veces una chica solo quiere correrse». Y enfrente de todos ellos, un policía metódico y desconfiado veterano de la guerra de Vietnam. Como su antagonista, el lacónico indio ex-marine dueño de un corazón púrpura y otras medallas que se carga gente como si fueran patitos en una caseta de tiro al blanco.

Todos los personajes han sido dibujados con maestría, caricaturizados algunos y sin embargo creíbles, del gangster filósofo al abogado extrovertido, del policía fanfarrón al vendedor de humo acuciado por las deudas. El ambiente de la epoca reflejado al detalle, basta fijarse en el cartel de la gasolinera con un platillo volante y encima un We are not alone, otra fantasía la de los ovnis que también hizo carrera en los 70 y ha llegado hasta hoy, de hecho hay gente que gracias a los platillos, llena su plato de comida caliente cada día.

De fondo una banda sonora casi perfecta que arranca con una nana, Go sleep little babe, sigue con Fleetwood Mac y pasa por Run trough the jungle de los Credence, Danny Boy, Jethro Tull (Locomotive breath) y Fats Domino (Kansas City) o Kenny Rogers entre otros.

De Bemidji a Luverne, un viaje a través de paisajes helados que nadie en sus cabales debería perderse. Dos viajes para ser precisos.